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Nayia Aiyan: "No busco aplausos, busco dejar un mensaje"

El circo y la acrobacia son formas de expresión artística. Pero, desde la mirada docente conlleva una construcción y trabajo para potenciar pasiones y habilidades. Nayia Aiyan da clases y trabaja, principalmente, contención en grupo: aprender a exponerse, a fracasar y cooperar son algunas de las cosas que ayudan al arte y la autoestima en un ambiente tan exigente.

Por: Virginia Santeusanio

MIRÁ COMO SON LAS CLASES DE ACROBACIA EN TELA PARA NIÑOS

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Nayia Aiyan es profesora de circo y acrobacia en tela. Busca romper, desde la enseñanza,  aquellos esquemas tradicionales que tiene la enseñanza artística.Baila desde los tres años, pero algunos inconvenientes en la industria de la danza clásica la hicieron dar un paso atrás y dejar el baile. Hoy, con mucho aprendizaje, estudia para ser profesora de teatro y da clases a más de 150 alumnos en talleres y cursos culturales el Centro Cultural el Bondi y en Municipalidad de Escobar.

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El ambiente del circo y la acrobacia compone una disciplina de mucha autoexigencia, presiones y prejuicios. A la sociedad le cuesta ver estas profesiones como algo más que un hobby. Desde la experiencia y el aprendizaje, Nayia cayó y aprendió a levantarse para hoy  contar su historia y las dificultades que implican la enseñanza del teatro y la acrobacia.

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¿Cómo llegaste al mundo del arte?

Yo soy de Formosa, me vine con mi padre y mis hermanos cuando tenía 8 años. Él era un artista multifacético, escribía, componía, hacía teatro… de todo. Cuando nos mudamos a Buenos Aires comencé con la danza en La Escuela Nacional de danza. Pasado el tiempo dejé el baile para involucrarme más en un negocio familiar. Hasta ese punto había dejado, pero cuando cumplí 19 quedé embarazada y ese mismo año mi papá presentó una obra “La Rapsodia Formoseña”, que muestra la historia cultural, política y económica de Formosa desde la comedia musical. Después, mi papá fallece y tomé un cambio en mi vida: vine a Ingeniero Maschwitz al Centro Cultural EL BONDI donde daban talleres a la gorra y eso me abrió la puerta a volver a conectar con el arte. Recuerdo que comencé con el trapecio.

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¿Cuándo comenzaste a dar clases?

Después de un par de años de meterle a la práctica, una de mis profesoras me invitó a integrarme para darle clases a niñez. Yo estaba un poco peleada con el sistema educativo en general, pero después de formarme con muchas profesoras, hacer talleres y cursos empecé a tener vocación de enseñar. Y desde 2013 doy clases a niñes desde 3 años hasta adultos, en este momento estudio también para ser profesora de teatro y doy menos clases, pero tengo 150 alumnos.

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¿Qué conflicto tenías con el sistema educativo?

Yo empecé de chica con la danza clásica, una disciplina demasiado exigente, y hasta intenté entrar al Teatro Colón. Tuve clases noche y día de francés, de baile y de canto, porque es lo que piden. Pero, antes de rendirlas, hacían un examen físico y yo no pasé por mi cuerpo. Tenía 16. Esto me dejó en un conflicto y frustración con la educación de las artes.

 

¿Cómo fue reconectarte con el sistema, pero desde otro lado?

Ahora que soy profesora intento que no pasen cosas así. No quiero repetir el pasado. Doy clases para todes, clases inclusivas en todo sentido, desde capacidades, físico y género. Intento mostrar que la fusión está en todos lados, en mis clases fusiono el baile con la acrobacia e intento enseñar que el aro, la tela y todo lo que se puede usar para bailar son elementos que acompañan al cuerpo, son objetos que forman parte del mensaje.

Hace poco una chica me preguntó si tenía que bajar de peso para poder empezar las clases, y obviamente le dije que no. Le dije que venga, que se anime y que también es una forma de hacer ejercicio desde el arte y la creatividad, yo ofrezco un abanico de oportunidades en la disciplina circense.

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¿Dónde son las clases?

Trabajo dando talleres itinerantes y cursos. Pero, también estoy en el proyecto Barrio Cultura, que busca llevar talleres culturales y artísticos a todas las zonas de los barrios donde quizás no hay oferta de clases. También, doy clases en un merendero de Savio, que las habíamos comenzado en una plaza y las trasladamos. 

Para mí es muy importante que los talleres los hacemos junto con la Municipalidad de Escobar porque se convirtió en una disciplina muy elitista. Antes, de hecho, era difícil meterse en el arte sin pertenecer a una familia circense… ahora sigue habiendo un poco de esto, pero cada vez menos.

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¿Hacen presentaciones de las clases?

Sí, a fin de año hacemos muestras y todos los alumnos quieren mostrar lo que aprenden. Mis alumnos se preparan física y emocionalmente para mostrar el mensaje que proyectan desde la acrobacia. Es un trabajo que toma mucho tiempo, más cuando es la primera vez de muchos. En mi forma de enseñar intento que el trabajo sea en equipo.

Este año esperamos que la presentación pueda hacerse en el Teatro Seminari de Escobar.

 

Es un ambiente con mucha exigencia

Sí, nosotros trabajamos en equipo mucho el error. Si te equivocas tu compañero te va a ayudar, no te va a exponer. Conozco mucha gente que se ha lastimado por autoexigirse. Esto pasa en la danza clásica y la acrobacia. Pese a que me encanta la perfección, no es mi búsqueda ni la de mis alumnos, yo busco romper lo tradicional. No buscamos los aplausos, buscamos dar un mensaje.

Todos llegan queriendo ser Cirque du Soleil, y eso es exigencia y perfección es algo increíble. Pero, no es lo que busco con mis alumnos. Conozco esa exigencia y prefiero no trasmitirla porque fue lo que me alejo del baile mucho tiempo.

 

¿Cómo ves los prejuicios frente al circo y la acrobacia?

Hay mucho prejuicio. Ahora está más profesionalizado, pero cuando yo empecé mis familiares me preguntaban: ¿cómo vas a vivir con eso? ¿Dónde vas a vivir? Se asocia mucho el circo al payaso y es un arte que va mucho más allá de eso. Hay más prejuicio en los jóvenes, en unas de mis clases tuve que hacer muchas actividades antes de que se animen a probar circo. Pasamos de lenguaje corporal a teatro y otras cosas, pero ahora estamos con malabares y están explorando algo nuevo. Yo siempre digo que no tienen que tener prejuicios porque es algo que también te puede generar un trabajo que necesita poca inversión inicial. Imaginá que la gente puede armarse un "hula-hula" con una manguera.

El circo es un mundo de oportunidades.

 

¿Qué es lo que más dificulta las clases? ¿Cómo trabajas con eso?

Definitivamente los miedos. Por eso es más fácil enseñarle a los niños, porque a pesar de que el adulto sabe tomar órdenes, tienen más limitaciones, imposiciones y prejuicios. Trabajamos mucho la mente, la seguridad y mucho los miedos. Los miedos son más que tenerle miedo a subir a la tela, a veces es miedo al qué dirán y la idea es romper con eso en las clases. Intento ofrecer un abanico de oportunidades a mis alumnos, que exploren su creatividad.

Nayia practicando junto con su amigo de la infancia, Jonatan.

Nayia practicando junto con su amigo de la infancia, Jonatan. Creditos: Nayia Aiyan

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Nayia forma nuevos artistas en el Centro Cultural EL BONDI hace 8 años

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